¿Quién no se ha quejado alguna vez? Si no lo has hecho nunca, ¡es que no eres humano! Quejarse alguna vez es normal y, repito, humano. Eso no significa ser un quejica. De hecho nos puede ayudar a crecer, detectando cosas que no funcionan en nosotros mismos, en nuestros proyectos, etc., y logrando mejorar. Dentro de esas quejas se pueden encontrar ideas para mejorar, convirtiendo el problema en oportunidad.

Sin embargo, lo que sí representa un problema es cuando la queja se convierte en un hábito, y nos pasamos el tiempo quejándonos de todo, o de casi todo… ¡Eso sí es ser un quejica! Y es un problema, puesto que te hará daño y frenará tu avance hacia el éxito. Recuerda que quejarse significa poner energía en lo que no deseas, y esa es la ayuda que estás pidiendo a tu subconsciente: conseguir lo que no quieres… Y no solo eso: también se hace daño a los demas, pues la queja es muy contagiosa. Ponte a hablar con un quejica y en menos de una hora seguro que ya te estás quejando tú también… De todos modos, si puedes evitar hacer la prueba, ¡mucho mejor!

La solución a la queja reside en practicar la ecología mental, que empieza por la higiene mental. Se trata de considerar a tu mente como un jardín, y arrancar de allí la mala hierba (como lo es la queja) de raíz, y cambiarla por semillas de flores bonitas (es decir, cualidades opuestas). Todo esto lo explican maravillosamente en un artículo que publicó el diario ABC tras una entrevista que tuve el lujo de mantener con dicha publicación. Se publicó en la sección de sociedad y se titula «¿Cansado de ser un quejica? Claves para limpiar tu mente y ser feliz», y está basado en el libro Ecología Mental Para Dummies. Comparto el artículo contigo aquí abajo.

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