Esta es una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez. Esta pregunta no lo hace nuestro verdadero Yo, sino nuestro falso Yo, es decir, nuestro ego.

Y como siempre hace el ego, en todas sus afirmaciones, cuando dice Yo, no se refiere a nuestra verdadera identidad, sino a un Yo irreal, falso, que el propio ego ha inventado para nosotros, hasta el punto de hacernos creer que es nuestra verdadera identidad.

El ego, como siempre, nos intenta alejar de la verdad. Hace todo lo posible para que no entendamos las verdaderas leyes que rigen en el universo, entre ellas la Ley de la atracción.

Para comenzar, esa pregunta denota reactividad. Es decir, nos hace sentirnos como víctimas. Toda nuestra realidad, ahora, creemos que es debida a como nos ha tratado la vida, la suerte, otras personas, y todo tipo de entes imaginarios a los cuales echamos la culpa de nuestra realidad actual.  Nada más lejos de la realidad, como no podía ser menos viniendo del ego. La realidad es que nuestra realidad, ahora, depende en un 90% de nuestras acciones (y por tanto pensamientos) realizados hasta ahora, y tan solo un 10% de factores externos que no podemos controlar. En la mayor medida, nosotros creamos nuestra realidad. Pensar que nuestra vida la crean otras personas, significa voluntariamente entregar el control de nuestra vida a lo que nos rodea. Significa deshacernos de la responsabilidad de crear nuestra vida, y el ego crea para nosotros una excusa, fabricando personajes ficticios como la suerte, el destino, como me trata la vida, y otros tantos mecanismos irreales.

Además, tras la pregunta que da titulo a este arituclo, se puede ver uno de los mecanismos del ego para no dejarnos comprender la realidad del universo. Sabemos que recibimos así como damos… Si damos odio, recibiremos odio. Si damos felicidad, seremos felices. Si damos amor, recibiremos amor. Nada más real que esto. El ego lo sabe, y por tanto debe hacer todo lo posible para alejarnos de ese conocimiento. Preguntarse «¿Qué he hecho yo para merecer esto?» significa negar que nosotros recibimos aquello de lo que damos. Es una negación procedente del ego, sin duda. Si lo vieramos desde la perspectiva de nuestro verdadero Yo, entonces sabríamos claramente que recibimos aquello que damos. Dar es recibir. Y por tanto, la pregunta anterior no tendría sentido alguno, y jamás sería formulada.

Siempre que decimos en voz alta esa pregunta, estamos convirtiéndonos en el portavoz de nuestro ego… Siempre que escuchemos esa vocecilla interior formulándose esa pregunta, estamos escuchando a nuestro ego…

Dr. Félix Torán

Autor de «La respuesta del Universo» y «La ley de la autocreación»

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