Muchas personas que ponen en práctica la Ley de la Atracción (LDA) se asombran de los resultados. Alcanzan sus objetivos superando incluso las expectativas, y lo hacen en menor tiempo de lo que jamás hubieran imaginado.

Pero a mucha gente le ocurre que luego sus deseos se esfuman. Lo que lograron se termina, y vuelven a estar como antes. Por poner un ejemplo, desean una relación con la persona ideal, lo logran, pero luego dicha relación termina. El problema es que alcanzan un objetivo, pero pierden el camino: no siguen avanzando hacia el objetivo final a largo plazo.

Tal como explico en mi libro «La Respuesta del Universo», es necesario tener objetivos a largo plazo, y no perder la paciencia, y sobre todo, aplicar aquello de «divide y vencerás». Lo explico con más detalle a continuación.

En todo momento debemos tener en mente nuestros objetivo a largo plazo (en el ejemplo de la relación que comentaba arriba,  nos visualizaríamos con esa persona ideal dentro de 20 o más años manteniendo una relación ideal). No debemos perder nunca el objetivo a largo plazo.

Luego, debemos identificar cual es el siguiente paso a dar a corto plazo. Debemos determinar cual es el siguiente sub-objetivo a alcanzar. Asi estamos dividiendo para vencer.

Y entonces no debemos quitar de nuestra mente ambas cosas: por un lado el siguiente sub-objetivo a alcanzar (que nos ayuda a corregir nuestro rumbo, como si tomaramos el volante de un coche) y el objetivo final (que marca la direccion general de la ruta que estamos siguiendo ).

Cuando consiga ese siguiente sub-objetivo, estará en una posición donde podra ver mas claro cual es el siguiente sub-objetivo, y entonces repite el proceso.

No hacerlo asi es moverse sin rumbo. Vamos y volvemos, en el camino logramos cosas, pero luego se van, porque cambiamos de rumbo.

Es necesario mantener un rumbo general, y este se fija con dos puntos, su posicion actual, y su deseo a largo plazo.  Suponga que está en Madrid. No es lo mismo dirigirse hacia el Norte, que hacerlo hacia el Sur. Si va hacia el Norte, nunca podrá llegar a Sevilla, salvo que cambie al rumbo opuesto). Si quiere ir a Sevilla, debe dirigirse hacia el Sur, y luego se trata de ir tomando las salidas oportunas en la autopista. Si se equivoca, no es grave, siempre puede enderezar su rumbo. ¡Pero si fuera hacia el Norte, entonces jamas llegaría a Sevilla! Es por ello que debemos tener muy claro donde queremos llegar al final del viaje, para tener claro el rumbo general, y luego comenzar a andar.

Con ese rumbo general, determinamos cual es nuestra siguiente parada en el camino, que equivale al siguiente objetivo. Tomamos el volante, empezamos a andar, y vamos ajustando la direccion para ir tomando las salidas de autopista correctas. Esas señales de salida equivalen a las respuestas del universo, que van marcando el camino, y que debemos estar a la expectativa para detectar. Cuando llegamos a la siguiente parada en el camino, nos llenamos de satisfaccion de estar alli, y empezamos a preocuparnos por cual será el siguiente destino a alcanzar en el camino, sin perder de vista jamás cual es el destino final al cual  queremos llegar.

Se me ocurre una comparacion. Los GPS que se emplean actualmente en los coches, nos permiten introducir el destino final al que queremos llegar. Pero cuando nos empezamos a mover, nos muestran cual es el siguiente punto de decision: la proxima salida a tomar, proximo giro a realizar, etc. Cuando ya hemos llegado a ese punto, entonces nos muestra el punto de decision siguiente. En todo momento sabemos que es lo siguiente que nos encontraremos, pero tambien tenemos claro a donde vamos al final del trayecto.

No lo olvide, no debemos perder nuestro rumbo. Hay que mantener siempre en mente dos cosas: dónde queremos llegar al final del viaje, y cual es el siguiente sub-objetivo!!

Y en este camino hay dos condiciones imprescindibles: debe avanzar, debe entrar en acción, y debe tener paciencia y fe en que lo va a lograr.